Celebramos y recordamos en Montserrat la dedicación de la Basílica. En la Eucaristía leemos el profeta Isaías que nos dice el sentido de que deben tener los templos: «los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración»
¿Cuando entras en un templo, vas con el espíritu de celebrar una fiesta, la fiesta que Dios te ama?
Señor, qué grande eres; tu casa es un refugio para los pobres, consuelo para los pecadores, esperanza por los tristes, alegría por los que lloran, júbilo por los que te adoran.