La fiesta de hoy, constituye la clausura de las fiestas navideñas y, a la vez, anuncia el comienzo del tiempo ordinario. Es en este tiempo ordinario, la Palabra de Dios manifestada sobre todo por Jesús y debidamente acogida por nosotros, dará su fruto. Esto es lo que explican las poéticas palabras de Isaías cuando dice: «como bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar… así será mi palabra que sale de mi boca». ¿Qué me propongo hacer para que la Palabra arraigue dentro de mí?
Señor, quiero ser como la mejor tierra que se deja fecundar por el grano de tu Palabra.