Abram deseaba tener descendencia, pero veía que, por su edad y la de su mujer, difícilmente lo conseguiría: vivía en un escepticismo: «Yo me voy sin hijos, y el heredero de casa tendrá que ser Eliezer de Damasco». El Señor le respondió: «tu heredero será el hijo que nacerá de ti». El relato nos dice que: «Abram creyó en el Señor, y el Señor lo tuvo en cuenta para darle una justa recompensa». ¿En tu interior hay sentimientos de escepticismo? Acuérdate de Abram.
Como dice la respuesta del salmo responsorial: El Señor, nuestro Dios, recuerda siempre la alianza.