Si de alguna manera nuestra vida espiritual está impregnada por la inseguridad, el comienzo del texto de hoy, nos ofrece un buen bastón para apoyarnos en nuestro camino: «Yo, el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio». Y nos habla de cómo transforma la vida: «para que vean y sepan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho».
Ábreme los ojos y la inteligencia para darme cuenta de que tu presencia entre nosotros se hace cada día más necesaria para no ser víctimas del miedo que paraliza los corazones.