La felicidad es un deseo que todos llevamos dentro de nosotros, Isaías nos indica las condiciones para alcanzarla: «Esto dice el Señor, tu libertador, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir. Si hubieras atendido a mis mandatos, tu bienestar sería como un río, tu justicia como las olas del mar». ¿Eh, que es fácil así?
Señor, ábreme los oídos del corazón.