No podemos olvidar que el texto de hoy debemos leerlo como si fuera una especie de prólogo del evangelio que nos habla de los administradores fieles que, con libertad, hacen crecer lo que administran. Por tanto, no es tanto el elogio de la buena esposa de una manera genérica, como el elogio del trabajo que, con autonomía y responsabilidad, lleva a cabo; el texto dice: «Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos. Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca. Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre». Nosotros como la mujer que nos presenta el libro de los Proverbios somos responsables del crecimiento de la fe, la esperanza y el amor. Ahora que estamos a finales del ciclo litúrgico, ¿qué hemos hecho de la fe, la esperanza y el amor?
Señor, que siempre sea digno de la confianza que me diste.