Gedeón es escogido por el Señor para que salve al pueblo de los madianitas; él pertenece al clan más pobre de Manasés: él es un pobre, poca cosa. Gedeón se da a la oración y, al final del sacrificio que ofrece al Señor, hay dos palabras que él graba en el altar y que nosotros deberíamos grabar en nuestro corazón: «el Señor paz». Sólo quedarán grabadas si las pronunciamos una y mil veces.