Tobit y su hijo Tobias descubren que Dios siempre ha velado por ellos a través de su enviado, el ángel Rafael. Descubren el don de Dios. No siempre es fácil descubrir el don de Dios: hay que estar muy atentos, pero no podemos olvidar que Dios nos mira con la ternura de un padre que ama. Evidentemente lo descubriremos más fácilmente si, como Tobit, somos personas íntegras, con el deseo de Dios en el corazón. Rafael les hace una última recomendación: «Ahora pues, alabad al Señor en la tierra, dadle gracias. Yo subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo lo que os ha sucedido». Me parece que esto no es difícil de poner en práctica, ¿verdad?
Señor, gracias por el don de la vida que cada día nos das.