La cuaresma es un tiempo especialmente indicado para trabajar todo lo que significa conversión, para que Dios sea el protagonista de nuestro corazón, de nuestra vida, porque es Dios y no nosotros quien realmente nos da la vida cuando por nuestra incapacidad nos encontramos espiritualmente muertos. Esto es lo que podemos interpretar estas palabras de Ezequías: «Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis»
Si lo crees, repite: ¡aquí estoy, tómame!