La primera frase que leemos hace un llamamiento a la responsabilidad de nuestra libertad personal, dice: «Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad». Pero a muchos nos pasa lo mismo que Pablo confesaba en Rm 7,19: «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quisiera». A menudo confundimos el bien sin pensar demasiado en los valores en que creemos, y nos dejamos llevar por impulsos poco reflexionados. Si deseas que los valores de Dios sean los tuyos, ¿por qué pones tantos obstáculos a que formen parte de tu vida?
Señor, dame la cabeza y el corazón suficientemente limpios para que sepa vivir según tu voluntad.