Isaías con imágenes grandilocuentes, fantásticas y simbólicas a la vez, nos explica su experiencia de sentirse en la presencia de Dios. Y ante la pregunta que hace el Señor: «¿A quién mandaré? ¿Y quién irá por nosotros?». No duda en ofrecerse: «Aquí estoy, mándame». ¿Eres consciente de que ahora estás en la presencia del Señor? ¿Qué le respondes?
Señor, purifícame, que mi respuesta sea limpia, transparente.
(Esta oración puede ser como una música de fondo durante todo el día.)