Ex 34, 29-35
A Moisés, después de haber hablado con Dios, le resplandecía la cara, nos dice el libro del Éxodo. La experiencia de Dios siempre es perturbadora, transformadora, e irradia la luz de Dios; y nosotros somos invitados cada día a hablar con Dios.
Señor, como un niño que tú amas me atrevo a decirte: hola, quiero mirarte.