Hoy, día 9 de agosto, celebramos la festividad de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen y mártir; la de San Maurilio, obispo; y la de San Román, mártir.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir
Edith Stein nació en 1891 en Breslau (entonces ciudad alemana y hoy Wrocław, en Polonia), en el seno de una familia judía. Durante la adolescencia vivió en el ateísmo. Se doctoró en filosofía y colaboró con Edmund Husserl y Scheler. Fue profesora en la Universidad de Friburgo. Buscadora incansable de la verdad, cayó en sus manos el “Libro de la vida” de Santa Teresa de Jesús y, al terminarlo, exclamó: “Aquí está la verdad”.
Convertida al catolicismo, años después ingresó en las carmelitas descalzas de Colonia, tomando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Como judía, estaba en peligro y en 1938 se trasladó al Carmelo de Echt, en Holanda, con su hermana Rosa. En 1939 escribía: “Desde ahora acepto con alegría la muerte que Dios ha elegido para mí y me someto totalmente a su santa voluntad. Pido al Señor que acepte mi vida y mi muerte para su mayor gloria y honor (…) para la salvación de Alemania y la paz del mundo”.
Durante la ocupación de Holanda por las tropas alemanas fue detenida y deportada al campo de tránsito de Westerbork, muriendo el 9 de agosto de 1942 en las cámaras de gas de Auschwitz: “Existe una vocación a la pasión de Cristo. Participar en esa pasión es mi aspiración”. Fue canonizada en 1998 y en 1999 declarada copatrona de Europa.
San Maurilio, obispo
Nació en Reims alrededor del año 1000 y se hizo monje en el monasterio de Fécamp, en Normandía. Después marchó a Italia para vivir como eremita, dedicándose a la oración y al trabajo manual. Elegido abad de Santa María de Florencia, pronto abandonó esta comunidad poco dócil, que incluso intentó envenenarlo, para regresar a su primer monasterio. Poco después, en 1055, fue elegido arzobispo de Ruan. Convocó dos concilios provinciales. Trabajó en la reforma del clero, la construcción de la catedral y otros edificios eclesiásticos, así como en imponer la tregua de Dios entre las luchas de los señores feudales y en organizar la lucha contra los bandidos.
San Román, mártir
Murió mártir en Roma hacia el año 258, durante la misma persecución en que murieron los santos Sixto y Lorenzo. Su fiesta se celebra un día antes que la de San Lorenzo.
Según una tradición recogida en las actas legendarias de San Lorenzo, Román era uno de los soldados porteros que custodiaban la prisión; asistiendo al suplicio de San Lorenzo y conmovido por la compasión, se acercó a él con una jarra de agua pidiéndole el bautismo. Al ser azotado, gritó “soy cristiano” y fue ejecutado inmediatamente.
Otra tradición dice que era soldado y que, una vez convertido, se convirtió en portero de una iglesia de Roma, hasta que fue detenido y martirizado.