Hoy, día 8 de febrero, celebramos la festividad: de san Jerónimo Emilián, presbítero; y la de santa Josefina Bakhita, virgen.
Convertido a los veinticinco años, el patricio veneciano Jeroni Miani llamado también Emiliani, nacido en 1486, forma parte del movimiento de renovación religiosa, que floreció en Italia durante el siglo XVI. Después de un tiempo de actividad política y militar, conocerá a San Cayetano ya los teatinos. Este evento será la principal motivación, para consagrar su vida al servicio de los desvalidos y de los marginados, para los que fundó la Compañía de los sirvientes de los pobres, los llamados somascos, nombre que viene de la ciudad donde tenían su sede, Somasca, y donde Jerónimo, muere de la peita en 1537. Fue canonizado en Roma en 1767.
Josefina Bakhita, nació en 1869 en Darfur, Sudán. Fue vendida varias veces en mercados africanos, hasta que, liberada por un cónsul italiano, Callisto Legnani, que la llevó a Italia en situación de semiesclavitud, pero por primera vez, Josefina, fue tratada como lo que era, una persona. Recibió en Venecia la iniciación cristiana y llevó una vida ejemplar, como religiosa de las Hijas de la Caridad de Canosa. donde compaginará varios servicios en las comunidades, con viajes de animación misionera por Italia. La esperanza que en ella había nacido y la había «redimido», se puso de manifiesto a su muerte, muy sentida en toda Italia en 1947. Fue canonizada en 2000.