De una manera muy bella, Isaías compara el pueblo de Israel con una viña que ha sido muy bien cuidada por su dueño y que no ha obtenido lo que esperaba, porque: «Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos». El profeta ha señalado las injusticias y los oprimidos. ¿Crees que hoy Dios podría pensar lo mismo de su Iglesia? ¿Qué nombres tienen las injusticias y los oprimidos?
Señor, que siempre sepamos dar frutos de bondad.