Hoy, que celebramos el nacimiento de la Virgen, el texto nos lleva a centrarnos en su Hijo «de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel». Y es que la Iglesia no ha querido desvincular a María, de su función de Madre; pero no una madre como otra, sino de Aquel que reconocemos como la manifestación de Dios entre nosotros. Hoy miramos a esta mujer que aparece entre los hombres y es portadora del don de Dios; su seno se convierte en el arca del amor de Dios en su plenitud. Conscientes de este misterio «el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel», no habrá dispersión, sino una llamada a la unidad, porque María es signo de la llama, en el seno de la Iglesia, a la unidad de todos los creyentes.
Gracias, Señor, por este don tan grande que nos has regalado.