Hoy, día 7 de diciembre, celebramos la festividad de san Ambrosio obispo y doctor.
Ambrosio, hijo de familia cristiana, nació en torno al año 340 en Tréveris, donde su padre era prefectivo de las Galias. A la muerte del padre, siendo todavía un chico, la madre le llevó a Roma, con la intención de prepararle para la carrera civil, asegurándole una sólida educación retórica y jurídica. Hacia el 370, es nombrado prefecto de Liguria y Emilia, con sede en Milán.
Precisamente allí, hervía la lucha entre ortodoxos y arrianos, sobre todo, después de la muerte del obispo arrià Ausenci. Ambrosio, intervino para pacificar los espíritus de las dos facciones enfrentadas; y su autoridad fue tal que, aunque no era más que un simple catecumen, fue proclamado por el pueblo bisbe de Milán.
Bautizado e instruido por san Simpliciano, se convirtió en un gran maestro de sus fieles, y un verdadero padre espiritual, de los emperadores y del joven san Agustín. Aprendí a conocer y comentar la Biblia, a través de las obras de Orígenes, el indiscutible maestro de la escuela de Alejandría. En Milán, ejercí una admirable actividad pastoral, a la vez, que nos dejó un gran nombre de escritos, que recogen su maestría. Excelió por sus dotes de escritor y su gran talla pastoral. Repuso a la paz de Cristo en el año 397.