Hoy, día 7 de noviembre, celebramos la festividad de san Willibrordo, obispo, y la del beato Francisco Palau y Quer, presbítero.
San Willibrordo, obispo
Nació hacia el año 658 cerca de York, en Inglaterra. Este monje sajón, después de permanecer doce años en la abadía de Rathmelsigi, en Irlanda, fue enviado con once compañeros a la costa continental del mar del Norte para evangelizar diversas regiones habitadas por tribus germánicas: Frisia, Transrenania, Flandes y Luxemburgo. Tras un viaje a Roma, donde fue consagrado obispo de Utrecht, continuó su labor misionera, extendiéndola también a Dinamarca. Fundó varios obispados y monasterios, hasta que murió agotado en el año 739 en la abadía de Echternach, en Luxemburgo, que él mismo había fundado.
Beato Francisco Palau y Quer
Nació en Aytona en 1811. Ingresó en los carmelitas descalzos tomando el nombre de Francisco de Jesús, María y José. La exclaustración de 1835 le obligó a abandonar el convento, dedicándose a diversas tareas pastorales y sufriendo prisión y exilio en varias ocasiones. La derrota de los carlistas, causa a la que se había adherido, le obligó a marchar a Francia en 1840, donde vivió como ermitaño hasta 1851, año en que regresó a Barcelona e inició una intensa actividad como fundador de una “escuela de virtud”. Predicó misiones populares y fundó dos institutos religiosos que posteriormente darían origen a las congregaciones de Carmelitas Misioneros y Carmelitas Misioneras Teresianas. Hombre profundamente místico y contemplativo, sufrió persecuciones y seis años de exilio en Ibiza por su militancia antiliberal. Murió en Tarragona en 1872 y fue beatificado en 1988.

