Hoy, día 7 de junio, celebramos la festividad de san Pablo de Constantinopla, obispo; y de la beata Ana de San Bartolomé, religiosa.
San Pablo de Constantinopla, obispo
En el año 336 fue elegido Patriarca de Constantinopla, pero sus rivales arrianos provocaron que, en menos de veinte años, sufriera tres exilios por su fidelidad a la fe apostólica. Finalmente fue restituido en el cargo gracias al papa Julio I. Murió a mediados del siglo IV.
Beata Ana de San Bartolomé, religiosa
En 1572, a los 23 años, Ana de San Bartolomé ingresó como hermana lega en el convento carmelita de San José de Ávila, que santa Teresa acababa de fundar. Hasta entonces se había dedicado únicamente a cuidar el rebaño de su familia y no sabía leer ni escribir. Pero santa Teresa pronto descubrió la riqueza interior de aquella mujer y decidió llevársela en sus viajes, durante los cuales Ana aprendía a escribir copiando los escritos de Teresa. Se convirtió en su compañera inseparable, confidente, secretaria y consejera. Santa Teresa decía de ella: “Ana, Ana, tú eres la santa, yo tengo la fama”. A la muerte de la fundadora, participó en la introducción de la reforma carmelita en Francia y Flandes. Fundó el Carmelo de Amberes, donde fue priora hasta su muerte en 1626. Fue beatificada en 1917.