Hoy, día 5 de febrero, celebramos la festividad de santa Ágata (o Águeda), virgen y mártir; y la del patriarca del Antiguo Testamento, Jacob.
Hoy es el día aniversario del martirio de santa Ágata, hija de una familia noble y cristiana, nacida en Catania (Sicilia), en el siglo III. Como ocurre con muchos otros mártires de esta época, la joven se negó a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Cristiana fiel a Cristo a pesar de las persecuciones; por esta razón fue condenada. Ágata murió mártir en Catania, la tradición explica que soportó la tortura con entereza, durante la persecución del emperador Decio, que consideraba a los cristianos como uno de los principales obstáculos para la cohesión del imperio.
En la segunda mitad del siglo V se le dedicó en Roma una iglesia; Santa Ágata de los Godos. Parece que fue san Gregorio el Grande quien introdujo su nombre en el canon de la misa romana, (la actual plegaria eucarística I), de manera que era recordada en todas las eucaristías.
En el Génesis, Jacob es el patriarca que da nombre al pueblo de Israel, y el padre de los jefes de las tribus de Israel. Hijo de Isaac y Rebeca, y nieto del patriarca Abraham, era hermano gemelo de Esaú, de quien se relata que Jacob le cambió la primogenitura por un plato de lentejas.
La familia de Jacob fue muy numerosa, de su esposa Raquel nació José, el undécimo hijo de los doce de Jacob, llamado el «encontrado». Designado heredero por su padre, será vendido como esclavo por sus hermanos a unos mercaderes egipcios. Jacob se reencontrará con su hijo y morirá en Egipto a su lado. Cuando el pueblo de Israel salga de Egiptoguiado por Moisés, los israelitas llevarán los restos mortales de Jacob y de José a la tierra prometida.