Si debe haber una constante que identifique a un creyente debe ser su actitud de profundo respeto hacia el otro, sea cual sea su condición y su procedencia; porque el otro, como yo, es amado por Dios, que escucha a la persona en sus necesidades: sean inmigrantes, viudas, huérfanos, pobres. Más aún, el libro del Éxodo hoy nos ha dicho: «Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo». ¿Qué hay que hacer para no perder la sensibilidad hacia los más necesitados, aquellos en quienes está Dios?
Señor, que Tu compasión, sea también mi compasión; que escuche como Tú escuchas.