Hoy, día 29 de diciembre, celebramos la festividad de: santo Tomás Becket, obispo y mártir; de Trófimo de Arlés, obispo; y del rey David, del Antiguo Testamento.
Tomás Becket, nacido en Londres en el año 1118, fue muy amigo del rey Enrique II. Antiguo canciller del reino, llevó la mitra primada de Inglaterra y defendió con firmeza la libertad de la Iglesia, lo que le valió un exilio de seis años y, una vez retornado al país, su asesinato en la catedral de Canterbury por los partidarios de Enrique II, en el año 1170.
San Trófimo de Arlés fue el primer obispo de Arlés de Provenza, en el siglo III. Una tradición lo identificó con el discípulo de san Pablo del mismo nombre, quien habría sido ordenado obispo por el apóstol y enviado a evangelizar esas tierras.
Del rey David, cabe recordar que es el gran rey de Israel. Mil años antes de que llegara la plenitud de los tiempos, fue escogido entre todos los hijos de Jesé, el belenita. Trabajaba como pastor, hasta que Dios, por medio de Samuel, lo eligió para guiar a su pueblo. Se dio a conocer al vencer al gigante Goliat solo con su honda de pastor. Y, ya como rey, trasladó el arca a Sión, que convirtió en capital de Israel. Habiendo ofendido gravemente al Señor, este le devolvió el gozo de la salvación. Jesucristo fue su heredero (como el ángel anuncia a María) y su Señor (como está escrito en los Salmos).