Jesucristo, «con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados», nos dice el texto de la carta a los hebreos. Jesucristo, pues, con su donación personal hace posible que hoy todos seamos santificados; es decir, nos ha abierto las puertas a la comunión con Dios, a la santidad de Dios.
Señor, que mi vida manifieste la fuerza de tu redención.