La oración que hace Ana de ofrenda de su hijo es impresionante: «Señor mío, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí en pie junto a ti, suplicando al Señor. Por este niño suplicaba y el Señor me ha concedido lo que pedía; por eso yo también se lo cedo al Señor y quedará cedido al Señor mientras viva». Hoy día, ¿te parece posible que pase algo parecido? ¿Por qué?
Señor, yo te reconozco como mi Dios, que sepa reconocer que lo que tengo es obra de Tus manos.