Hoy, día 28 de septiembre, celebramos: la festividad de san Venceslao, mártir; de san Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires; y del beato Francisco Castelló i Aleu, mártir.
Venceslau, duque de Bohemia (parte de la actual República Checa), no tenía todavía 30 años, cuando en 915 fue asesinado por su hermano. Era de gran austeridad de vida, en medio de una corte de costumbres brutales. Enseguida fue venerado como mártir, y recordado por sus costumbres ejemplares, y por su deseo de buen gobierno, en un tiempo en que ninguna de estas dos cosas abundaba mucho. Su tumba, en Praga, pronto se convirtió en un centro de peregrinaciones.
Hoy conmemoramos el martirio, acaecido entre 1633 y 1637, de dieciséis cristianos que murieron bajo crueles torturas en Japón. Todos ellos eran dominicos o vinculados a la familia dominicana, entre ellos cinco españoles. Llorenç Ruiz, es destacado especialmente en el calendario litúrgico, por ser el primer santo filipino, un laico casado padre de tres hijos, que colaboró con los dominicos en la evangelización de Japón, hasta encontrar el martirio cerca de Nagasaki , en el año 1637.
Francesc Castelló nació en Alicante en 1914. A la muerte del padre la madre y los tres hijos, regresan a Lleida, donde tenían la familia y casa. Francisco, estudió en el colegio de los Hermanos Maristas, y más tarde, en el Instituto Químico de Sarrià. Miembro de la Congregación Mariana, de la Acción Católica y posteriormente de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña; en julio de 1936, fue detenido y encarcelado. Juzgado en juicio sumarísimo, por un tribunal popular en la Paeria, confesó su fe con un “sí, soy católico”. Murió mártir en el cementerio de Lleida, la medianoche del 29 de septiembre de 1936. Fue beatificado en 2001. De él nos han quedado tres maravillosas cartas, que escribió momentos antes de ir al martirio.