Hoy, 28 de marzo, celebramos la festividad de san Gontrán de Borgoña, rey de los francos; y de san Cástor de Tarso, mártir.
San Gontrán de Borgoña, rey de los francos
Nació a principios del siglo VI en el norte de Francia. De la dinastía merovingia, era nieto de Clodoveo I, rey de los francos que se convirtió al cristianismo, y hijo de Clotario I. A la muerte de su padre, el reino se dividió entre sus hijos, y Gontrán se convirtió en rey de Borgoña. En la primera etapa de su vida, Gontrán fue un rey violento y entregado a una vida disoluta. Convertido, llevó una vida piadosa y de arrepentimiento. Desde entonces, procuró reparar todo el mal que había hecho ayunando, rezando y ofreciéndose a Dios. Fue conocido como “el buen rey Gontrán” porque compensó con generosidad hacia los pobres las faltas cometidas en su vida anterior. Contribuyó a la expansión del cristianismo y a la edificación de iglesias y monasterios. Murió hacia el año 592 en el monasterio de San Marcelo, que él mismo había fundado.
San Cástor, mártir
Cástor fue un mártir de la ciudad de Tarso, en la costa mediterránea de la actual Turquía. Murió por la fe, probablemente en el siglo III, y ya aparece en el catálogo de los mártires más antiguo: el Martirologio Jeronimiano.