Hoy, día 27 de enero, celebramos la festividad: de santa Ángela Méricio, virgen; y la de san Enrique de Ossó y Cervelló, presbítero.
Ángela nació hacia 1474 de familia de agricultores humildes en Desenzano de Garda, en el antiguo dominio de Venecia. Huérfana a quince años, después de vivir un tiempo en casa de unos tíos acomodados, se hizo terciaria franciscana. Años más tarde, fundó la Compañía de Santa Úrsula, las ursulinas, nombre con el que son conocidas las religiosas, dedicadas a asistir a las niñas y jóvenes pobres. Su instituto se convirtió en precursor, de las formas de vida religiosa moderna, por la flexibilidad de adaptación a las circunstancias. Su labor educativa de la juventud ha perdurado durante los siglos. Murió en Brescia en 1540. Es venerada en la Iglesia católica como santa desde 1807.
Enrique de Ossó y Cervelló: hombre de oración y de acción, apóstol infatigable y propagandista, trabajó en el apostolado de los laicos por la educación de niños y jóvenes, y por la promoción cristiana de las mujeres. Nacido en Vinebre, Ribera de Ebro en 1840, y deseoso de ser presbítero, fue a Montserrat y después estudió en los seminarios de Tortosa y Barcelona, hasta que fue ordenado en 1867. Después de organizar la catequesis en todo el obispado de Tortosa, fundó publicaciones e instituciones diversas, entre las que destaca la que en 1876, fundó en Tarragona, con un grupo de chicas que se preparaban para maestros; la Compañía de Santa Teresa, su obra preferida. Se durmió en el Señor en Valencia en 1896 y fue canonizado en Madrid el 16 de junio de 1993.