Nabucodonosor vuelve a asediar a Jerusalén y vence. La represión es muy dura: «… Sus hijos fueron degollados a su vista, y a Sedecías le sacó los ojos. Luego lo encadenaron con doble cadena de bronce y lo condujeron a Babilonia». Ante barbaridades como ésta y de las que, desgraciadamente, a menudo tenemos noticias, ¿qué sientes y qué haces?
Señor, dame un corazón que sea lento en la ira y grande en el amor.