Hoy, día 26 de octubre, celebramos la festividad de: San Luciano y San Marciano, mártires; y de San Evaristo, papa y mártir.
A finales del siglo IX, fueron llevadas a Vic las reliquias de estos dos santos: Luciano y Marciano, que habrían sido martirizados a mediados del siglo III, en Nicomedia, en el noroeste de la actual Turquía. Desde entonces, han gozado de una notable veneración en la ciudad.
Evaristo, nacido en el año 60, era hijo de una familia judía asentada en tierras griegas y estudió en los liceos helénicos. No se conoce la fecha de su conversión al cristianismo, pero se le encuentra en Roma como un presbítero muy querido por los fieles. Buen conocedor de las Sagradas Escrituras, era docto en la predicación y humilde en el servicio. Tras la muerte del papa Anacleto, la atención se fijó en Evaristo, quien por humildad se resistió a asumir el cargo. Durante su pontificado, que comenzó en el año 108, atendió cuidadosamente las necesidades de la Iglesia, defendió la verdadera fe contra los errores de los gnósticos y estableció normas de comportamiento para los obispos y diáconos. Murió mártir en Roma, en tiempos del emperador Trajano, hacia el año 117.