La lectura, que hoy nos propone la Iglesia, nos describe la palabra de ánimo que el profeta escucha del Señor ante la desolación del Templo; por tres veces sale la palabra: ¡ánimo! Esta palabra nosotros deberíamos guardarla y utilizarla a menudo; nuestra esperanza siempre debe ir más allá de las situaciones desoladoras.
Señor, siempre estás con nosotros y nos haces sentir tu gloria.