El pueblo, con el paso del tiempo, había olvidado lo que prescribía el libro de la Ley, que, anteriormente, siempre había sido el punto de referencia de su fe. Hoy nos describe cómo reencuentran este libro y, se dan cuenta, de cuán lejos están del cumplimiento de la Ley porque: «nuestros padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito para nosotros». En el Concilia Vaticano II ocurrió algo parecido en algunos aspectos. Fue un descubrir que para ser fieles a Dios teníamos que ir a las raíces de nuestra fe, leyendo la Palabra de Dios. ¿Tú qué has hecho en concreto? ¿Cómo has ido a fondo en tu fe y en la lectura de la Palabra de Dios?
Señor, que nunca deje de reflexionar tu Palabra y sea fiel.