El texto nos hace ver ante todo que lo creado por Dios era bueno. Y lo puso al servicio del hombre, pero le puso unas normas que bien mirado son fundamentales: debía respetar la vida y con ella el conocimiento del bien y del mal, porque es la obra de Dios por excelencia. La tentación en forma de serpiente es querer ponerse en el lugar de Dios, ser señor de la vida y ser uno mismo el criterio del bien y del mal. La ambición del hombre hace que este descubra no tanto el bien y el mal, sino las propias limitaciones: «se les abrieron los ojos» y la gran preocupación del hombre es querer disimular sus limitaciones. La raíz del pecado es querer sustituir a Dios y sus criterios. ¿Qué pasa cuando traspasas tus límites? ¿Es que en el fondo piensas que puedes ser como Dios?
Señor, que sepa aceptarme con las limitaciones con las que me has hecho, pero confiando siempre en Tu amor.