El relato de hoy nos presenta la vocación de Jeremías. Él era consciente de su inmadurez, por eso dice: «¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que soy un niño». Pero Dios replica: «No digas que eres un niño… No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte». A veces nos sentimos muy poca cosa, incapaces de saber responder adecuadamente; quizás no tenemos suficientemente presente que el Señor está a nuestro lado; y lo que más convence no es la capacidad de decir un bello discurso, sino el convencimiento con que se dicen las cosas de Dios; esto sólo es posible si tienes presente que está a tu lado.
Señor, no te apartes de mí.