Hoy, día 23 de octubre, celebramos la festividad de: San Juan de Capistrano, presbítero; la dedicación de la catedral de Urgell; y la de San Pedro Pascual, religioso y mártir.
Juan, nacido en Capistrano, en los Abruzos italianos, en el año 1386, franciscano lleno de talento, tenía un gran poder sobre las masas. Trabajó en la reforma de su orden, primero en Francia, luego en Italia, y recorrió Europa central para luchar contra la herejía de Jan Hus. Finalmente, predicó la cruzada contra los turcos, que amenazaban Hungría. Murió en Austria en 1456.
La catedral románica de La Seu d’Urgell fue comenzada por San Ot en el año 1116, y parece que nunca ha sido consagrada. La fecha de hoy corresponde a la dedicación del edificio anterior en el año 1040, promovida por San Ermengol. La primitiva catedral estaba probablemente en el lugar llamado Castellciutat.
Pedro Pascual, hijo de una familia mozárabe, nació en Valencia en el año 1225. Comenzó sus estudios con los benedictinos, los continuó en París, donde obtuvo el grado de doctor y fue ordenado sacerdote. Tuvo como compañeros de estudios a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino. Fue canónigo de la sede de Valencia hasta 1250, cuando tomó el hábito de la Orden de la Merced. Más tarde fue trasladado a Zaragoza, donde fue instructor del hijo menor de Jaime I y de su esposa Violante de Hungría.
Pedro Pascual se dedicó plenamente a la predicación, fue hecho prisionero y llevado a Granada. Durante su tiempo en prisión, escribió obras doctrinales sobre la Inmaculada Concepción de María. Escribía en catalán, aunque además del latín y del griego, conocía perfectamente el árabe, el hebreo y el arameo. Esta gran capacidad para las lenguas, puesta al servicio de la causa apostólica, lo llevó a caer cautivo de los moros, y se convirtió en mártir de la Iglesia. En el siglo XVII, fue proclamado santo. Sus obras, en lengua original y con una traducción latina, fueron publicadas en Roma en 1907.