Hoy, día 23 de marzo, celebramos la festividad: san Toribi de Mogrovejo, obispo; y la de san José Oriol, presbítero
San Toribi de Mogroviejo, obispo
Nació en un pueblecito de León en 1538, estudió derecho a Salamanca y tuvo varios cargos públicos. En 1580, siendo todavía seglar y profesor en la Universidad de Salamanca, fue promovido por Felipe II como arzobispo de Lima. Allá, de facto, no gobernaba el Virrey sino los descendentes de los conquistadores que actuaban según sus intereses y explotando a los indígenas. En el Perú trabajó a favor de los indígenas, del pueblo y la formación del clero, llegando a enfrentarse con las resistencias del gobierno colonial y los privilegios de las órdenes religiosas.
Llevó a cabo una infatigable tarea mediante sínodos, concilios, y continuas visitas pastorales, intentando “estimar las personas que nos han sido confiadas cómo se estima el Cristo”. Uno de los frutos más preciados fue lo denominado Catecismo de santo Toribi, eficaz para instruir en la fe millones de personas durante siglos. Murió en 1606.
Fue canonizado en 1726 y proclamado en 1983 patrón del episcopado latinoamericano.
San Josep Oriol, presbítero
Josep Oriol y Bogunyà, nació en Barcelona en 1650, en una época convulsa y difícil de la ciudad por las pestes, las secuelas de la guerra de los segadores y la carencia de obispo. Piadoso ya desde pequeño, consigue estudiar en la Universitat de Barcelona, y más tarde, con la intención de hacerse cura, cursa filosofía y teología y saca el grado de doctor. Fue ordenado presbítero al 1676. Ejercía su ministerio sacerdotal en San Felipe Neri de la ciudad condal y visitaba los enfermos en el Hospital de la Santa Cruz. Su necesidad espiritual, pero, acaba siendo muy intensa, tanto desde el punto de vista de la interioridad meditación y transformación del corazón, sin despreciar la práctica externa de mortificaciones. Entonces empezó a basar su dieta habitual solo con pan y agua siendo denominado “el doctor Pan y Agua”. Más tarde llegó a ser beneficiado de la iglesia de Santa Maria del Pi. No se distinguió por empresas apostólicas extraordinarias, pero edificó por su austeridad y por la fama de taumaturg. Cuando cobraba a final de mes repartía con los pobres su sueldo y visitaba frecuentemente los enfermos y los necesidades, viviéndolo todo con un profundo espíritu de plegaria. Murió un 23 de marzo de 1702.
San Josep Oriol no fundó nada, no escribió nada, no abrió caminos nuevos en ninguna parte. Se limitó a vivir a fondo una fe y una confianza llena en Dios, con una fidelidad constante a su tarea de cura y por su pobreza extrema, marcando la Barcelona y la Cataluña de su tiempo. Fue canonizado en 1909.