Pablo le recomienda a Timoteo que guarde «el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo». ¿Cuál es para mí el mandato recibido? ¿Cómo lo guardo? ¿Soy feliz guardándolo?
Señor, has puesto tu tesoro en mis manos, que mis manos siempre sean dignas de tu don.