Job, el prototipo del hombre abatido por el sufrimiento, nos plantea hoy la cuestión de los límites de la naturaleza humana. Demasiadas veces el ser humano es considerado algo natural y nada más, pero en realidad es ilimitado en sus deseos y aspiraciones. La inmensidad del mar, la insolencia de sus olas, hacen ver el poder de Dios y al mismo tiempo la pequeñez humana. Afirmamos que Dios es grande, infinito, inmenso, ¿qué te parece que tenemos que hacer para vivir esta realidad de Dios desde la propia pequeñez?
Señor, abre los ojos de mi corazón para que pueda intuir, al menos, lo que significa vivir en ti.