Hoy, 22 de marzo, celebramos la festividad de san Zacarías, papa, y de san Epafrodito, laico.
San Zacarías, papa
Zacarías, nacido en la Calabria bizantina, fue elegido papa por unanimidad en el 741. Era una época en la que la situación de la ciudad de Roma era muy delicada, pero logró imponerse sobre las pretensiones expansionistas de los soberanos lombardos que querían invadir nuevamente la ciudad eterna, mientras intervenía diplomáticamente en las disputas de los francos merovingios ayudando a instaurar a los carolingios, quienes reformaron la organización eclesiástica franca y combatieron teológicamente a aquellos bizantinos que defendían la doctrina iconoclasta.
En Roma restauró muchas iglesias, hizo fundaciones a favor de los pobres, acogió a monjes bizantinos exiliados por su defensa del culto a las imágenes y también rescató esclavos vendidos a los sarracenos. Murió en marzo de 752.
San Epafrodito, laico
Epafrodito era un cristiano de la ciudad de Filipos muy estimado por el Apóstol Pablo, quien le envió la comunidad filipense cuando Pablo estaba en prisión a principios de los años 60 del siglo I, para que le llevase una ayuda (que según el mismo Pablo, debía ser considerable). En el viaje, Epafrodito cayó gravemente enfermo y estuvo a punto de morir. Una vez restablecido, Pablo le encargó llevar a los filipenses la carta del Nuevo Testamento dirigida a esa comunidad, en la cual el Apóstol no escatima elogios para su amigo, calificándolo como «hermano, colaborador y compañero mío en el combate». Epafrodito fue un miembro activo y mensajero de una comunidad cristiana agradecida que ayudó a su evangelizador en los tiempos difíciles.