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22 de junio 2025 san Paulino de Nola, san Juan Fisher y san Tomás Moro

Hoy, día 22 de junio, celebramos la festividad de: san Paulino de Nola, obispo; y de los santos mártires Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro, laico.

San Paulino de Nola, obispo

Era originario de Aquitania, en el sur de Francia, donde nació hacia el año 355 en el seno de una familia de alto linaje. Con una sólida formación poética y retórica, tuvo como maestro al poeta Ausonio. Se alejó de su tierra por primera vez para seguir una precoz carrera política; fue cónsul y gobernador de Campania, en el sur de Italia. En Milán, gracias a san Ambrosio, fue iniciado en el cristianismo y recibió el bautismo en Burdeos de manos del obispo san Delfín. Distribuyó sus riquezas y se trasladó a Hispania con su esposa.

Pasó un tiempo en Barcelona donde, por presión popular, fue ordenado presbítero, algo que aceptó con la condición de no quedar vinculado a una diócesis. Luego fue a Italia, pasando por Florencia y Roma hasta llegar a Campania, a la ciudad de Nola, donde se dedicó al cuidado de los pobres. Allí fue elegido obispo en el año 409. Entre sus escritos, destacables por su erudición y santidad, se han conservado poemas religiosos y un buen número de cartas. Falleció el 22 de junio del año 431. Su canonización es antigua.

Santos Juan Fisher y Tomás Moro, mártires

Amigos ambos y hombres de gran cultura, uno obispo y el otro laico, humanistas, cristianos profundos, murieron en 1535, con pocos días de diferencia, por haber defendido la fe católica frente a las pretensiones de Enrique VIII de erigirse en cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

Juan Fisher fue profesor en la Universidad de Cambridge y más tarde obispo de Rochester. Antes de morir el 22 de junio de 1535 dijo: “pueblo cristiano, he venido aquí a morir por la fe en la santa Iglesia católica de Cristo”, y sus últimas palabras fueron del salmo 31. Murió decapitado como mártir, “el hombre más culto y el obispo más santo”, como lo definió su amigo Erasmo de Róterdam.

Tomás Moro, padre de familia, jurista, y primer laico en ocupar el cargo de canciller del reino, escribió muchos libros, siendo el más famoso Utopía, donde describe la organización de una sociedad ideal. También fue condenado por no haber jurado obediencia al rey: “debo obedecer lo que dicta mi conciencia y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto estos errores del rey”. En el cadalso declaró que rezaría por el rey y por sus perseguidores, manifestando públicamente que moría por ser fiel a la Iglesia católica.

Ambos fueron canonizados en 1935.