La profecía de hoy fue pronunciada en Babilonia. El pueblo creyente se había ido adaptando culturalmente al nuevo país, y había perdido las auténticas raíces de la fe. De ahí que diga: «Manifestaré la santidad de mi gran nombre, profanado entre los gentiles, porque vosotros lo habéis profanado en medio de ellos». Y promete una purificación. Lo hará Dios mismo: «Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará…» ¿Te puede pasar que con las costumbres sociales hayas tomado actitudes que están muy alejadas de la doctrina de Dios?
Purifícame, Señor, para que me puedas contar entre tus fieles.