Hoy, día 21 de octubre, celebramos la festividad de San Hilarión de Gaza, abad; de Santa Úrsula, mártir; y de Santa Celina.
Hilarión abad, nacido en el siglo cuarto cerca de Gaza, Palestina, e hijo de una familia pagana, después de su conversión, pasó un tiempo en el desierto de Egipto. Bautizado en Alejandría, fue discípulo de San Antonio. Luego llevó una vida eremítica en su país de origen, y tuvo muchos seguidores. Es considerado el padre del monaquismo palestino.
La leyenda tal como se conoce nos dice: que Úrsula, hija de un rey bretón, nacida a principios del siglo V, con el tiempo, se convirtió en la más conocida entre el grupo de chicas que murieron mártires en Colonia, Alemania, hacia el año 453, por su fe, en manos de los hunos que, con su jefe Atila, asolaban el centro de Europa, durante el viaje de regreso de una peregrinación a Roma. Según la tradición, estas chicas eran once, y a partir del siglo IX, la cifra se exageró y pasaron a ser once mil. La basílica de Santa Úrsula, en Colonia, guarda el recuerdo de aquel grupo de chicas fieles. Desde Colonia, de la cual se hizo patrona, el culto y las reliquias se extendieron por toda Europa occidental.
De Santa Celina, cabe recordar que fue una cristiana que vivió en el siglo V, en la época en que, tras la caída del Imperio Romano, se consolidaba en la antigua Galia el nuevo reino de los francos. Poco sabemos de su vida, pero sin duda debió tener influencia en la importante labor que llevaron a cabo dos de sus hijos: los obispos Principio de Soissons y Remigio de Reims.