Hoy, día 21 de julio, celebramos la festividad de san Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor; y la del profeta Daniel del Antiguo Testamento.
San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor
Giulio de Rossi nació en Brindisi, Italia, en 1559. Al vestir el hábito en el convento de los capuchinos de Verona tomó el nombre de Lorenzo. Estudió en Padua y Venecia, mostrando gran habilidad para los idiomas: leía y hablaba con fluidez italiano, latín, castellano, francés, alemán, bohemio, griego, siríaco y hebreo. Fue ordenado sacerdote en 1583 y realizó una gran labor como predicador por toda Europa, tan sacudida en su tiempo, dedicándose especialmente a la conversión de judíos y protestantes. Su facilidad para predicar, según él mismo decía, se debía “en buena parte a mi buena memoria; en otra parte, a que dedico muchas horas a prepararme; pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y comienzo a hablar como si estuviera leyendo un libro místico venido del cielo”.
Su contemplación solía ir acompañada de fenómenos místicos, emociones y lágrimas, especialmente al celebrar la Misa, que solía durar horas, y por su amor apasionado a la Virgen María. Procuraba mostrarse siempre alegre.
De 1602 a 1605 fue vicario general de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, preocupándose por la estricta observancia y, con ayuda de los jesuitas, estableció conventos capuchinos en Austria y Alemania, promoviendo la contrarreforma. Ejerció como diplomático en varias misiones para reconciliar a príncipes enfrentados. Fue un gran impulsor de la lucha contra los turcos. El 22 de julio de 1619 murió en Lisboa, posiblemente envenenado, durante una misión diplomática ante Felipe III de España.
Fue canonizado en 1881 y proclamado doctor de la Iglesia en 1959 con el título de “Doctor Apostolicus”. Dejó escritas muchas obras teológicas, exegéticas y homilías, muchas de ellas dedicadas a la conversión de judíos y protestantes.
San Daniel, profeta del Antiguo Testamento
El libro bíblico de Daniel forma parte de los Escritos en la Biblia hebrea, por lo que no es considerado profeta en el judaísmo, mientras que para los cristianos es uno de los cuatro profetas mayores del Antiguo Testamento, junto con Isaías, Jeremías y Ezequiel. El nombre de Daniel significa “Dios es mi juez”, mostrando que Dios cuida de quienes no tienen defensor.
El libro narra la historia de un joven judío deportado a Babilonia que se mantiene fiel al Dios de Israel. Junto con otros dos jóvenes judíos es alojado en el palacio real y educado para ser escriba en la corte de Nabucodonosor II, formándose en la cultura mesopotámica, aprendiendo su lengua y tradición literaria.
A partir de aquí, el libro muestra cómo Dios da a Daniel una gran sabiduría y fortaleza, destacando tanto como intérprete de sueños de los reyes Nabucodonosor II y Baltasar, como en su papel de juez, como en el episodio de la casta Susana, falsamente acusada. Dios también protege a los jóvenes tanto en el horno ardiente como en el foso de los leones.
El texto los muestra frecuentemente en oración, destacando el himno de alabanza de los tres jóvenes desde dentro del horno, donde fueron arrojados por el rey, y que invita a toda la creación a alabar a Dios, creador y salvador de todo.