En esta fiesta que cierra el año litúrgico la profecía de Daniel dice: «vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo, … Su poder es un poder eterno y no cesará. Su reino no acabará». ¿Qué debemos entender hoy por soberanía eterna, y realeza que nunca decae? Cristo, mi Señor y mi Rey, que siempre seas mi norte, mi alimento, el soberano que rige mi vida.