El relato que nos propone hoy es la experiencia en la que se encuentran algunos padres cuando un hijo muere casi repentinamente. Es importante fijarse en la reacción de la madre cuando nos dice: «Entonces la madre lo dejó en la cama del hombre de Dios». Es como si dijera: Dios me lo puede salvar. Quizás convendría subrayar dos cosas que hace Eliseo; una: «rogó al Señor»; la segunda: se puso sobre el cuerpo del chico, esto nos recuerda el relato de la creación cuando Dios dio el aliento de vida al hombre, la actitud es prácticamente la misma. El hijo vuelve a la vida, y la madre nos dice que: «se le echó a los pies, y se postró». Esta actitud final de la mujer, ¿la has puesta en práctica alguna vez? Si hay alguien que nos da la vida es Dios mismo: ¿cómo valoras tu vida y la de los demás?
Señor que descubra el don de la vida y con el salmista no pare de decirme: «os contemplaré hasta saciarme».