El final del texto que la Iglesia nos propone hoy, puesto en boca de Jeremías, nos dice: «Señor del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón, deja que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa». Estas palabras las puedo decir yo, siempre que tenga conciencia de que conmigo ruega toda la Iglesia, y tienen un sentido mucho más penetrante cuando, pronunciando la palabra justicia no la asociamos a la palabra venganza, sino a misericordia, amor, perdón. Señor, que vea que haces justicia.