Salomón hace una oración donde reconoce que la inmensidad de Dios no puede ser contenida por nadie, ni por nada, ni tampoco, por tanto, por el espléndido templo que se ha construido. Al final hace esta súplica: «Escucha la súplica que tu siervo y tu pueblo Israel entonan en este lugar. Escucha tú, hacia el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona»; ¿verdad que esta oración la puedo hacer mía fácilmente?