A David le comunican la muerte de Saúl y Jonatán, su hijo. Lejos de alegrarse de la muerte de Saúl, su enemigo, pero también su rey, lo llora. ¿Qué reacción tengo cuando conozco la muerte o la desgracia de alguien que me hacía daño?
Señor, aparta de mí todo deseo de satisfacción por la desgracia ajena.