Ajaz dudaba que pudiera haber continuidad en la dinastía davídica, pero Isaías le abre la esperanza al decirle: «la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel». Quizás a nosotros nos puede pasar algo parecido a lo que le pasaba a Ajaz: creer que las cosas de la fe se van perdiendo, disolviendo en la indiferencia. Isaías nos dice: ¡Dios está con nosotros!
Señor, recuérdamelo cuando me desanime.