El texto que hoy nos propone la Iglesia es un fragmento del libro de Jesús, hijo de Sira, en el que se describe la acción del profeta Elías; éste, recordémoslo, fue llevado por un carro de fuego hacia el cielo. Las hazañas extraordinarias que había hecho el profeta, y el hecho de que no hubiera muerto, hacía que muchos del pueblo creyente, esperaran su retorno glorioso. Recordemos también, de paso, que, en un pasaje del Evangelio, Jesús pregunta a sus discípulos «¿quién dicen la gente que soy yo?» Y la respuesta es entre otros, Elías. Puesto este texto en el contexto del adviento, cabe preguntarse: ¿Espero que este Jesús que debe nacer en Belén sea una fuente de conversión, como lo fue Elías, en su tiempo? ¿De verdad, necesito convertirme, cambiar en el fondo mi vida; o, más bien, ya me considero en el buen camino y que, por tanto, no me urge tanto cambiar? Sólo respondiendo con una sinceridad absoluta podremos empezar a entender el misterio de la Navidad.
Señor, aquí me tienes, quiero vivir para Ti.