En esta lectura nos sale un personaje, la serpiente, que la tradición ha hecho que nos la mirásemos bien mal, pero más allá de la repugnancia instintiva que nos puede suscitar, para el hombre bíblico evoca los cultos idolátricos, por tanto, todo lo que contradice a Dios. La serpiente representa todo lo que lleva a la muerte, lo que se opone al proyecto de Dios. El hombre descubre su limitación, iba desnudo y este sentimiento hace que se esconda de Dios y se aleje de Dios. El texto nos anuncia el conflicto permanente que habrá entre las fuerzas del mal y lo que lleva al verdadero bien. Por eso dice: «pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia». Pero anuncia una victoria del linaje humano que representa la mujer cuando nos dice: «ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Hoy que celebramos el dogma de la Inmaculada, vemos en María la superación de la esclavitud del pecado; es Dios mismo quien protege a María. Y nosotros vemos en la figura de María la misma Iglesia. María nos anuncia: con Dios el pecado será vencido.
Señor, ¿qué haríamos sin Ti? La sensación de ir desnudos nos avergüenza, pero es muy suyo perdonar y eso nos infunde respeto, nos infunde admiración, y con María y por María te damos gracias.